jueves, 11 de junio de 2009

Cadáver exquisito : ¡¡Comienza el juego!! ... muajuajua

Me estoy dando cuenta de que mis títulos para las entradas son cada vez menos buenos y más raros. Estoy decayendo en calidad, sepan disculpar.
Igual, dicen que lo importante es lo de adentro, así que...
Vamos al contenido.

Como les anticipé, hoy comienza en EscrituraLandia ¡¡¡ el juego del CaDáVeR eXqUiSiTo !!!
¿Solo yo estoy tan emocionada? jaja, es que me encanta este juego.
En fin...
Para los que no saben de qué estoy hablando, busquen la entrada del 6 de junio (la segunda entrada para abajo de ésta) en la que expliqué la metodología del juego.
De todas formas, dejo a continuación las reglas con las que nos organizaremos.
-.- REGLAS -.-
(Sí, hay que leerlas)

1. El juego comienza ya y termina el día 19 de junio. Podrán jugar hasta esa fecha inclusive. En el fin de semana del 20-21 de junio, publicaré el resultado.
2. Lo que escriban puede estar tanto en prosa como en verso (se prefiere en prosa, para que quede tipo cuento al final, pero se acepta algo de verso, si quieren).
3. NO hay límite ni mínimo ni máximo de extensión. Escriban todo lo que quieran escribir sin culpa.
4. Lo que escriban para seguir lo que yo deje más abajo como comienzo deberá ser puesto en un comentario sin NINGUNA ACLARACIÓN. Es decir, el comentario solo debe contener lo que quieren que siga en el juego, sin introducción de ningún tipo. Ni siquiera está permitido que me saluden. Nada de "Hola Rocío! Acá te dejo..." NOOO. Tiene que parecer que los comentarios unen toda una misma cosa. Si quieren poner aclaraciones, introducciones, felicitarme por mi excelente idea de juego (?) y demás, háganlo por mail (escrituralandia@gmail.com) o bien en el minichat de la derecha o bien en comentarios de otra entrada. ¿Quedó claro, no?
Lo mismo si tienen dudas, NO las dejen acá. Los comentarios de esta entrada son solo para el seguimiento del juego. Cualquier otro, será leído pero no publicado.
5. NO hay límite de comentarios por persona. Pueden dejar más de uno si quieren. Si les agarró una ola de inspiración, yo no voy a imponerles una barrera. Pueden dejar más de un comentario y en distintos días, si quieren, aunque queden comentarios de otro en el medio. Obviamente, pueden dejar todos los que quieren PERO hasta la fecha límite que, como dije, es el viernes 19 de junio inclusive.
6. No tendría ni que decirlo, pero mejor que sobre y no que falte: NO se admite vocabulario obseno, ni malas palabras, ni comentarios racistas, discriminatorios de alguna forma, ni nada prohibido. Por lo demás, lo que quieran pueden escribir. También pueden crear personajes, incluir nombres de personas y lugares... Libertad.
7. Recuerden que no publicaré NINGÚN COMENTARIO hasta mostrar el resultado completo, es decir, hasta mínimamente el sábado 20 de junio no verán sus comentarios publicados. Esta es la gracia del juego. Quizás en otra oportunidad, podemos hacer algo como escribir entre todos una misma historia, pero esta vez me pareció más divertido (y en realidad es así el juego no es que lo digo yo) que no se vea lo que otros pusieron. Todos leerán solo el comienzo.
8. Lo que escriban debe ser una PRODUCCIÓN PROPIA, no pueden incluir partes o frases de libros a no ser que esté incluido dentro de su producción y que implícitamente se sepa la fuente.
9. No me crean tan rígida. Creo que estoy exagerando un poquito con las reglas, pero bueno...para que no haya confusiones.
¡Ahora sí!
¡A JUGAR!
Señoras y señores, niños y niñas, escritores y escritoras, así comienza este Cadáver Exquisito (demasiada introducción para algo que escribí yo, pero bueh...):

" Estaba lloviendo cuando crucé corriendo el patio. Llegué al edificio que me habían indicado, temblando de frío y con la capucha puesta . De todas las
personas que había en el pasillo, a nadie pareció importarle. Ni que yo llegara ni que temblara de frío.
Algunos me miraron con disimulo, de reojo; otros, de frente y frunciendo el ceño. Todos, sin excepción, sabían quién era yo.
No por un motivo que me hiciera sentir orgullosa, por supuesto.
Yo estaba avergonzada. De verdad. No había sido una táctica para dar lástima.
Si esa noche hubiese sabido cómo iban a terminar las cosas, definitivamente no hubiera sido parte del proceso. Solo una excusa tonta que pude haber inventado en el momento me hubiera salvado de la situación. Sin embargo, no me había alejado. Yo había sido parte del secreto. Parte importante, pero no había por qué enfatizarlo.
Me senté en una silla de un cuarto que estaba vacío.
Había un escritorio y una mesa. Las paredes y el techo estaban pintadas de color blanco. En el escritorio, había un portarretrato apoyado hacia abajo. Ni me quise imaginar quién protagonizaba la foto. Yo estaba en ella de seguro.
Cuando entró, no lo miré. Él sí. Pude sentir el peso de su mirada justo en
mi frente.
Yo era demasiado cobarde como para levantar la vista.
Se sentó en la silla del otro lado del escritorio y me quiso hacer creer que
firmaba unos papeles. Intenté hablarle, pero solo logré un tartamudeo absurdo y sin coherencia. Él no prestaba atención o lo disimulaba bastante bien.
Se levantó en un movimiento brusco, resopló y se llevó una mano a la cabeza para
rascarse la nuca pelada.
No dijo ni una palabra. Se notaba que estaba particularmente interesado en salir de ahí lo antes posible. Apoyó un cuaderno abierto sobre el escritorio y lo empujó con la yema del dedo índice hasta dejarlo justo delante de mí.
Acto seguido, puso ambas manos en los bolsillos como solía hacer precisamente cuando no había nada más que él pudiera hacer, y caminó hasta la puerta de la habitación. Entonces lo miré por primera vez, para dejar en claro que yo había entendido su indirecta. Antes de irse, me devolvió una mirada triste que me rompió el corazón. Lo había defraudado. Ésta vez en serio.
Mi completa culpa. Sin ninguna objeción.
Agarré una lapicera y fue como tentar a las imágenes de mi mente que se turnaban para hacerse más nítidas.
Me acerqué con la silla, apoyé mi cabeza en mi brazo y simplemente
me dejé llevar por los recuerdos. ¿Necesitaban saber qué había pasado esa noche?
Muy bien. Iba a escribirlo. Y que los involucrados floten en el aire y la culpa
me persiga para siempre. "

5 comentarios:

Mariana S dijo...

Deje que las palabras fluyeran a través de la pluma... palabras y palabras inundaban las blancas hojas que tenía frente a mí. Tenía un nudo en la garganta, todos los recuerdos rondaban en mi cabeza, torturandome, amenazandome con nunca, nunca salir de mi mente, aunque quisiera dejarlos plasmados en ese momento.
Tuve que contenerme, no quería lágrimas que arruinaran las hojas, pero era muy díficil, el silencio sepulcral de la habitación me mataba, el aire me sofocaba...quería irme, quería irme de ahí.

Romi´s dijo...

Comence claro, por el principio, en el momento mismo que me marcó ese día y que haría que fuera incapaz de mirarle a los ojos por más de un segundo.

Anónimo dijo...

"Mi mente era un remolino de palabras pesadas, llenas de bruma. Mis oídos zumbaban por el silencio que reinaba en la habitaciön. Mi corazón latía tan rápido y sonoramente que apenas llegaba a escuchar sonido alguno o mis pensamientos incluso. Las memorias de los días pasado me abrumaban, pero yo debía seguir adelante..."

Wallo Girl dijo...

Eran las 5 de la madrugada del 14 de julio. Yo estaba en mi cuarto, expectante, mirando a la vacía oscuridad que se extendía frente a mí. Fuera se oía el ruido de los coches pasar a gran velocidad por la carretera. Yo esperaba una señal, algo que me indicara que había hecho lo correcto.
Lo que fuera, necesitaba una señal.
Y la señal llegó.
Oí perfectamente el horrible ruido que hacía el ciclomotor cuando se la daba gas. Siempre me había desagradado aquel ruido, me parece de mal gusto, me desagrada mucho.
El ruido paró, y casi juraría que había oído la gravilla crujir cuando la moto se paró con todo su peso.
Sabía que era cuestión de segundos, quería moverme, hacer algo, taparme los oídos, gritar, correr, escapar.
Pero no hice nada y simplemente me quedé sentada esperando escuchar el sonido de una piedra contra mi ventana.
Y no me paré, no aguanté, ni siquiera lo pensé, cuando abrí la ventana y miré hacia abajo.
Él estaba allí, apoyado sobre el ciclomotor. Me dedicaba una sonrisa franca, y su rubio pelo le caía sobre sus ojos azules en desorden.
"¿Bajas o tengo que subir a buscarte?"
No le respondí, simplemente me encaramé a la mesa, apoyé el pie en el alfeizar, y con mucho cuidado para no dar un mal paso, me agarré a la cañería y descendí por ella.
"Estoy muy contento de que hayas aceptado".
Seguí sin responderle, yo no estaba tan contenta, pero no le paré cuando me besó en los labios.
A continuación, subimos a la moto y arrancó.
Iba muy deprisa, casi volábamos sobre la carretera, pero yo no tenía voz para pedirle que fuera más despacio.
Tras unos 20 minutos, llegamos por fin a nuestro destino. Se había nublado en nuestro viaje y ahora parecía que iba a llover. Nos bajamos y caminamos hasta el lugar de la reunión.
Ya habían llegado los otros. Se reunían en torno a una gran fogata que habían encedido con algo de gasolina y madera.
Él y yo nos sentamos alrededor de la hoguera en el último hueco que quedaba libre. Y empezó la reunión.
El Maestro se levantó y empezó a dar un gran discurso sobre el honor de nuestro linaje, el valor de la sangre y nuestro cometido en el mundo. Todos le escuchábamos con atención, embelesados con sus palabras. Y me averguenza tener que admitir que yo la que más.
Y es que a medida que él hablaba, mi miedo se iba diluyendo, y una fuerte convicción empezó a crecer en mi interior. Él tenía razón, la sangre era lo único que importaba en el mundo, y nosotros teníamos la responsabilidad de darlo a conocer.
Cuando paró de hablar, se arremangó la túnica y alzó el brazo izquierdo. Luego, con la otra mano, sacó una daga de entre los pliegues de la tela y se abrió la vena.
Gritamos enfervorecidos.
Él miró a la chica que estaba a su lado, y asintió. La chica, con un respeto reverencial, bebió de su sangre. Se derrumbó sobre la hierba en éxtasis,lamiéndose las comisuras de sus labios intentando no dejar escapar ni una gota.
El tiempo que pasó hasta que llegó mi turno se me hizo interminable.
Pero llegó, y yo también bebí, y sentí como todo mi cuerpo y mi alma se estremecía ante el líquido divino dador de vida. Y también alcancé el éxtasis: y se abrieron las puertas del cielo, y vi la luz, el resplandor, la paz, los ángeles...
Me arrepiento de lo que he hecho, pero jamás olvidaré ese momento, que fue el mejor de mi vida.
Tras el ritual, vendaron la herida del Maestro y empezó a hablar de nuevo.

Wallo Girl dijo...

Me sorprendí sobremanera cuando me miró, me señaló y me indicó que me acercara a él.
No dude ni un solo instante, pues tenía la esperanza de volver a probar el líquido divino.
Él dijo que yo era una gran adquisición a la Causa, que yo serviría para hacer comprender al resto de la gente la importancia del líquido divino, que conseguiríamos que todos nos alimentáramos sin avergonzarnos del líquido vital.
Yo le miraba admirada sin poder hablar.
"Katherine, ¿estás dispuesta a abrazar nuestra causa de manera incondicional?"
"Sí", respondí sin dudar. Todo por la sangre.
"Serás grande entre nosotros, Katherine, pero antes debes rendir Tributo a la Vida".
"Haré lo que sea".
"Michael".
Por primera vez desvié los ojos de la cara del Maestro para mirar a Michael, que se acercó a nosotros y que se arrodilló a nuestros pies.
"Eres la elegida Katherine"
Le miré con brillo en los ojos, sin entender.
"¿La elegida?"
"Tú serás, cuando yo muera, la Maestra que enseñará a los nuevos discípulos el camino de la sangre".
Casi me ahogo cuando le oí pronunciar esas palabras. Era imposible...
"Pero antes debes rendir Tributo".
"Sí, ¡haré lo que me pidas!"
El Maestro sacó la daga ceremonial y me la entregó.
"Mátale, bebe su sangre y serás mi sucesora. La sangre es vida".
"La sangre es vida", repetí, maquinalmente, y lo hice.
Vi un brillo de horror en sus ojos cuando la daga se clavó en su corazón, para luego sonreírme por última vez, como invitándome a beber.
Y bebí, bebí su sangre. Pero no llegué al éxtasis, porque justo cuando me relamía los dientes tras el primer sorbo, levanté la cabeza y le ví agonizando, con la sonrisa en la cara.
Y llegó el Horror. Y se me abrieron las puertas del infierno, y vi al fuego devorarlo todo, a las almas perdidas aullar de dolor, al Diablo que llevaba a Michael de la mano, y que me sonreía de forma cruel. Y entonces comprendí el gran error que había cometido.
Había matado al gran amor de mi vida, y todo para seguir el camino que me había marcado una estrella fugaz, una vana esperanza que cuando yo creía que me abría las puertas del Cielo, con su vana esperanza de que la sangre me otorgaría la vida eterna y la paz, me abría las puertas del Infierno, para descubrir que lo único que me prometía la sangre era dolor y desesperación.