jueves, 5 de agosto de 2010

Todo color de letras, ¿pero qué tanto de glamour hay en todo esto de la escritura?

Los has sentido. Con cada pequeño párrafo, con cada palabra, con cada una de las escenas en que te sumergen, con cada escenario al que te proyectan. Algunos te han gustado. A otros los odiaste por haberte hecho perder el tiempo. A unos pocos, los que ubicás en la parte más limpia y accesible de la biblioteca, los admiraste por este talento tan difícil al que te querés dedicar que es el de combinar palabras.
Sí. Sí has sentido su presencia. Los has leído a ellos a través de sus personajes y narradores. Capítulos, prólogos y epílogos.
Lo has visto. Sí. A algunos. Especialmente a los que tenés la suerte de que vivan en tu misma época. Algunos te han firmado la primera página de sus libros. Con otros te has sacado una foto que mantenés colgada en tu escritorio. También a varios los has visto en la tele y en internet (bendito seas, mister YouTube). En conferencias de prensa, entrevistas y presentaciones de libros. Hasta algunos en premieres de películas, con frecuencia películas que ellos mismos han inspirado. Y como si todo esto fuera poco, está ese único al que te has cruzado en el semáforo de una de las calles principales de tu ciudad y te dijiste: “Es tan normal como yo”.
Y sí. Los has sentido y lo has visto. Son tan normales como vos y tan extraños como vos también. Son escritores. Algunos saben que existís y hasta te han pensado. Otros hasta te han incluido en sus textos. Unos pocos, quizás, hasta te hayan dedicado su libro.
Y yo, siendo las 13:47 de la tarde me pregunto: ¿qué tanto de glamour hay en la vida del escritor?
Que hay, creo que nadie lo discute. Aunque ellos no lo quieran así, los escritores son glamorosos. Algunos más evidentes que otros. Pero todos, aunque sea por una persona en el mundo, son admirados.
¿Alguna vez escucharon de un libro que no haya sido leído por nadie? Para todos los libros, hay un lector. Un lector que piensa, aunque sea inconscientemente, en el autor. Lo imagina y le tiene cierto respeto sin conocerlo. Solo porque sus ideas llegaron a ser transformadas en un libro.
Entonces, ¿qué tanto de glamour hay en ser escritor? ¿Es más lo que el lector y, sobre todo, el escritor principiante se imaginan que lo que de verdad hay? ¿Qué será que tiene -y doy gracias que así sea- el arte de la escritura que la hace respetable?
No creo que solo tenga que ver con la publicación. Hay más. Pensemos en por qué amamos escribir. En por qué nos gustaría que alguien nos presente como escritores. ¿Será solo por la emoción de que una editorial nos tenga en la mira? ¿Es realmente la publicación el fin último de la escritura? No es lo máximo a lo que se puede aspirar hoy en día, eso seguro. Actualmente, se ven escritores en lugares donde no es común verlos. En premieres de películas, como se dijo, y también en presentaciones de eventos, haciendo entrevistas y hasta conduciendo programas de televisión.
No. Ahora parece que la publicación es recién el primer paso para algo más. Algo más... glamoroso. Y lo digo en el mejor sentido de la palabra. Es decir, no me refiero a que los escritores se han vuelto loquitos y se han descarrilado de su profesión. No. Nada más lejano. Solo creo que a algunos se las hoy la posibilidad de aspirar a algo más que a terminar en un libro. Y eso, mayormente, es bueno. Además, no le quita para nada el valor al libro, simplemente amplía la figura del autor como tal.
Finalmente, ¿qué perseguimos cuando decimos “Cuando sea grande, quiero ser escritor/a”? ¿Hay algo de glamour en eso que queremos alcanzar? Escribimos porque no podemos no escribir. Sí. Está bien. Escribimos porque tenemos cosas para decir, pensamientos para transmitir. Buenísimo. Que así sea. Escribimos porque queremos hacer viajar al lector al mundo que inventamos y en el que nosotros también vivimos cuando nos dan ganas. Maravilloso. También por eso.
¿Pero me van a decir que no hay ni un poquito, ni una pizquita, ni un gramito de: Escribimos porque queremos que todo el mundo sepa que escribimos. Porque queremos que nos conozcan y si es a kilómetros de distancia, mejor. Porque queremos ser famosos y que lectores se nos acerquen con nuestros libros y pidan, por favor, que nos saquemos una foto con ellos? ¿Nada hay de Escribimos porque queremos ver nuestro nombre en la portada de un libro? Así de sencillo.
¿Importa si después nos pagan dos pesos por una obra a la que le dedicamos diez años? Bueno, sí. Pero alguien que invirtió esos diez años no piensa en dinero. Porque el glamour del escritor no radica en lo bien que le va con su obra. Claro que seguramente será más feliz aquel que vendió un millón de ejemplares que el que es leído solo por sus familiares (lo cual no significa nada, porque la venta no siempre garantiza calidad), pero al final de cuentas ambos son escritores. Y ya se sienten así. Y es ese sentimiento el que los hace sentirse especiales, de alguna manera. Como por encima. Como en la cresta de la ola. Surfeando.

2 comentarios:

Angela Arias Molina dijo...

Siento que "glamour" es una palabra que, al menos a mí, me queda muy grande. Pero no voy a negar que cuando recibo un comentario en mi blognovela o en mi mail de parte de algún lector que está feliz con mi trabajo, me pongo a saltar de la felicidad (en serio, da pena verme u///u). Es bonito. Sé que en Guatemala, en México, en Argentina y España hay por lo menos una o dos personas que saben de qué trata mi novela y que más o menos saben quién soy yo. Creo que eso, por sí solo, ya es recompensa más que suficiente por el esfuerzo dedicado a mi historia :)

Rocío dijo...

¿Con qué poco nos conformamos los escritores, no?
Es que para uno, claro, es muchísimo. Me da gusto ver que valorás esas cosas. Es lo que a la larga importa de verdad.

Saludos,
Ro.